31 Aug
31Aug

                                                                                                                           Y en el Paraíso estabas tú



¿Qué es esto?, ¿nubes?, parece algodón, pero no me hundo¡¡¡

¡Es precioso!

Y no me dio tiempo de pensar nada más. 

Le escuché (¿le escuché?) gritar mi nombre. 

—Pilarrrrrrrr, Pilarrrrrr 

Venía hacía mí como una bala (¿corriendo?)

Cuándo faltaban 2 metros, inexplicablemente pegó un salto y ¡ZAS!, abrazo y los dos al suelo.

No podía parar de repetir 

—Lincoln, mi Lincoln, pe pe pero ¿hablas? y corres como un cachorro. 

Él no paraba de lamerme la cara y yo de llorar y de reír.

 Guasp, guasp, guaps (reía). 

—Cuéntame, ¿cómo está Mi Borja? y ¿Mi Jose?, que buen tío EHHH¡¡¡ siempre picaba cuándo le ponía carica de pena para me sacase. 

Guasp, guasp, guaps¡ 

Y es que yo no podía hablar de pura sorpresa, de pura emoción. 

Al final arranque.

 —Todos estamos echándote mucho de menos

 ¡ZAS! otro abrazo


Y Lincoln, volvió a hablar (¡es maravilloso!)

—No sabes las ganas que tenía de verte y cuánto os quiero. Sois mi familia, pero venga, no podemos ponernos moñas hay alguien muy impaciente por verte. Le he dicho, espera chico, déjanos un poco de intimidad. 

Guaps, guaps, guaps¡ 

—Ahí lo tienes todo empanao, tanto dar la brasa y ahora ni nos ve.

¡Hey! Nikeeeeeee


Y Nike reaccionó. 

No puedo explicar lo que sentía en esos momentos, tampoco tenía capacidad de pensar, estaba absolutamente desbordada por las emociones.

Y otro que se pone a correr hacia mí, bueno, hacía nosotros.


Y ¡ZAS!, esta vez los tres por los suelos.

—Aggggg ¡¡¡¡ Qué alegría verte!!!!! 

—Dime, ¿cómo está la familia?, ¿a Jorge le ha entrado el conocimiento? Y ¿Clara?

Nike tampoco paraba de ¿hablar¡?— pensé.

Y así, sin más dice Lincoln

—Venga corre, vamos al agua.

 —Al agua ¡?. Esperad que yo no corro nunca.

Pero ¡OSTRAS! si corro con una facilidad increíble. 

Ja ja ja¡¡¡¡ ¡Esto es la pera!!!

Nike dio la orden.

—Vamos, todos al agua. 

Guaps, Guaps, Guaps¡¡¡¡

¡Puaf! el agua estaba perfecta para mí que siempre he sido un poco, bastante friolera con eso.

 Nuestras risas se confundían. 

¡Qué maravilla!

—Pilar, ¿sabes quienes están siempre a remojo? (me dijo Lincoln todo feliz), el abuelo y Rex, aquí les llamamos “los acuáticos”. 

Y más risas

—Vamos —dijo Nike— hay mucha gente que te quiere ver

¿Gente que me quiere ver? La verdad es que no entendía nada, pero no me importaba, estaba tan contenta…


Empezamos a pasear. Yo en el centro y ellos a cada lado.

Caminaban todo chulitos, moviendo el rabo sin parar.

—Mira, ese es Aristo—, dijo Lincoln

—Aristo? —, pregunté yo

—Si chica, el Tóteles, Aristóteles. Guaps, guaps¡ —Es majo, pero no hay quien le entienda cuando se pone a hablar. Siempre está así con cara de póker como a punto de descubrir algo súper importante.


Estaba flipando¡ En realidad, llevo todo el rato flipando, pero qué más da. 

¿Tras un pequeño o largo? paseo nos echamos los tres en la hierba.


Llegó el momento de las preguntas 

—Pero ¿quién os cuida? 

— A qué te refieres—, me dijo Lincoln

 —Pues eso, quién os da de comer, os pone agua, os saca a pasear…— este último pensamiento se me quedó un poco colgando. De hecho, están paseando y no parece que necesiten a nadie. 

Empezaron los dos a partirse de risa.

GUAPS¡ GUAPS¡ GUAPS¡ 

Me miro Nike con su carica de bueno. 

—Aquí no hace falta. Todo el mundo tiene todo lo que necesita. Nunca nos falta de nada, solo tenemos que desearlo.

De verdad que yo no entendía nada, pero me daba igual.

—Entonces dónde estamos? 

Los dos intercambiaron una mirada de perplejidad, como pensando, —esta moza no se entera de nada—.Y dijeron al unísono como si fuera la cosa más evidente del mundo; 

—En el Paraíso


Estaba alucinada, estupefacta, pero sobre todo fascinada.

—Un momento, un momento— acerté a decir. Antes habéis nombrado “gente” que me quiere ver. ¿Qué gente?, ¿aquí hay gente? (aparte de Aristo pensé de repente y claro, del abuelo). 

Otra vez tronchados de risa.


Es que ni podían articular palabra de la juerga que se llevaban.

Lincoln arrancó a hablar (cosa que me seguía dejando estupefacta).

—Pues claro, todos los que nos vamos estamos aquí. Tus seres queridos que tuvieron que marchar están aquí. 

Hablé, más bien chillé, en realidad creo que era un sonido agudo difícil de entender.

—¿Mis padres, mis amigos?¡¡¡¡¡¡¡ 

—Todos, repitió Lincoln divertido.

—Espera, espera (me pareció que recobraba mi voz normal), y ¿qué pasa con los malos?.

—¿Con los malos? — repitió Nike. Ni idea, aquí no hay malos.

Otra vez estupefacta

—¿Podemos verlos?, a los buenos me refiero. 

—Claro ¡—, dijeron a la vez. 

Lincoln me miró con una ternura que casi me derrito. 

—Son también nuestra familia y nuestros amigos. Aunque purulamos mucho solos, siempre volvemos con ellos. Por cierto, el yayo, muy majo; no tuve la oportunidad de conocerle. 

Me pareció que Nike se inflaba un poco cuando dijo.

Yo sí.

—¿Y qué hacen todo el tiempo?, ¿también se bañan? (pregunté yo). (Me pareció una pregunta de lo más absurda, pero ¿qué más da?).

Otra vez los dos a carcajada limpia.

GUAPS¡ GUAPS¡ GUAPS¡ 

Miraba a uno y a otro y claro, terminé yo también escacharrada.


Nike, tras un rato recuperó el aliento.

—Pues básicamente no paran de hablar, de reírse de abrazarse. Aquí hay muchos abrazos. Se han reencontrado con los que también les faltaron y estos con los suyos y así sucesivamente. Ancestros con descendientes. ¡Es muy emocionante!

—Espera, espera—, dije yo. ¿Y vosotros, también habéis conocido a los vuestros?.

Lincoln se quedó pensativo y arrancó a hablar.


—En realidad las mascotas no tenemos familia perrete o gatuna o lo que sea, vosotros las personas os convertís en nuestra familia. Si que hemos conocido a los perretes que nos trajeron al mundo y nos hemos alegrado de verlos, pero no tenemos por ellos las emociones que sentimos por vosotros. 

Ninguno de los tres pudimos más. Nos abrazamos.


—Venga vamos—, dijo Nike, —imagino que estarán ya con muchas ganas de verte.

Y así fue, empezamos a caminar a paso tranquilo. 

Sentía tantas emociones dentro que no podía articular palabra, solo miraba y miraba hacia todas partes y sobre todo miraba a aquel par de seres vivos a los que tanto quiero y todavía me sentía más feliz de verlos contentos, ilusionados, llenos de vida.

Y llegó el momento.

Al otro lado del puente había un montón de personas. Todas sonreían, hablaban a la vez, así que no distinguía ni una palabra, pero todas tenían un gesto sonriente, de cariño.

—Vamos Pilar, corre— dijo Lincoln sonriendo.


Y así hice. Corrí hasta sentirme llena de besos y abrazos, de risas, de lágrimas de felicidad.

Mis perretes dando otro salto imposible se fundieron con todos nosotros.

Creo que no se puede estar más en PAZ.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.